Mi querido Ceylán

He desaparecido unos días, un viaje obligado para mí (dudo quien lo necesitaba más, si mi aturdido cuerpo, mi  alma inquieta de espíritu aventurero o mi mente saturada…) pero de lo que no hay duda, es que ha sido un inciso en mi camino en el momento adecuado  a un destino perdido al que le tenía muchas ganas desde hacía ya muchísimo tiempo…

 Una forma de regalarme “más” vida y de reforzar con un candado la ventana de un viejo zulo.  Que ironía ¿no?…  ahora que lo pienso fría como un tempano, me pregunto a mi misma ¿alguna vez llegó a pasar la luz?¡¡¡¡ … si algo brilló… con enorme tristeza digo que ya no lo recuerdo, pues lo que quedaba marchito se murió.

Ahora y desde la otra orilla… que diferente se divisa todo, a veces nos empeñamos  en ver destellos donde no los hay y nos obcecamos en sembrar sentimientos en la tierra infértil que nunca brota.

  Ya puedo decir que me he asomado entera al balcón de una preciosa terraza con bonitas vistas, desde aquí se respira el mejor aire puro que jamás antes entró en mis pulmones, huelo a mar, y mi cara se tuesta al ritmo que marca la brisa y el sol.  Y ¿cómo no? mi panacea “hace calor”, atrás se quedaron un cuerpo destemplado y un capazo de lágrimas.

El sol  se ha colado en cada poro de mi piel e inunda cada rinconcito que va encontrando, y simplemente… me hace tan feliz.

Como cambia tu perspectiva cuando te mueves de tu privilegiado entorno y en la distancia, como quieres lo poco o lo mucho que tienes, aunque eso qué más da…, lo importante es que lo valoras, lo aprecias de otra manera, y aprendes a disfrutarlo.

Me gusta absorber  las cosas nuevas que me voy encontrando, disfruto conociendo y aprendiendo de otras formas de vida, con sus culturas y costumbres y sobre todo con sus gentes. Sri Lanka ha sido el  país que me ha terminado de devolverme la paz, aunque a mí me gusta seguir llamándolo Ceylán, me parece que tiene más música.

Se le conoce como “La lágrima de la India “, “El paraíso perdido” o “La perla  de Oriente” que más decir… y es la cuna del budismo.

Es un pequeño país “fácil” de recorrer; caótico y desordenado en algunas zonas, exótico y paradisíaco en otras, con contraste de paisajes para todo tipo de amantes.

Playas, montañas y selva aderezadas con  la espiritualidad en cada recodo.

He venido cautivada  por sus impensables atardeceres, sus suntuosas plantaciones de té y sus arrozales.

Y enganchadísima a su picante gastronomía, a su lluvia de las cinco y a su colorido ajetreo de ir y venir. 

Pero sobretodo enamorada de su pueblo, de esas bonitas miradas en unos ojos oscuros, vivos y sinceros, que jamás antes había visto.

En definitiva solo puedo definirlo como el  viaje de las risas, sonrisas y carcajadas…ya sean por los trayectos nocturnos en  tuk-tuk,  o por  alguna velada rodeada de toda clase de bichos, o por una tarde empapada y tiritando callejeando sin parar, o  por tirar fuego como un dragón por el mejor picante que he comido nunca….y un millón de anécdotas más pero todas ellas sin parar de sonreír, qué más se puede pedir? Nada.

Mi mandíbula está más que entrenada,  sonríe y se ríe, sin miedo. Gracias a todos los que lo habéis hecho posible, a todos y cada uno de vosotros, que habéis sido muchos (nunca pude imaginar que me quisiera tanta y tanta gente, que inmensa y grata alegría), a mis amigos de siempre, a mis nuevos amigos, a los conocidos, a los cercanos, a mis compañeros de trabajo  y como no a mis familiares, a mi hermana de mi vida  y a su salmantino y a alguna personita especial.

Cada uno de vosotros habéis ayudado de una forma u otra por más sencilla que parezca… con una palabra bonita, con una mirada, con un gesto, con una caricia….a que sea de nuevo yo y que esté de nuevo aquí para seguir contándolo, gracias, gracias y gracias, infinitamente gracias.

Mi canción favorita por muchos motivos desde hace unos años, perdonar que la repita pero la ocasión lo merece,  Second “Un rincón exquisito”.

Os quiero

Lara (L´meme)