¿Recordáis vuestra primera
vez?¿Fue idílica?¿pasional?¿placentera? o, por el contrario
¿decepcionante?¿vergonzante? o ¿sin pena ni gloria?.
En mi adolescencia nunca idealicé
lo que podría ser mi primera vez. Era un paso que en el algún momento sabía que
tenía que pasar pero no me ensoñé de manera románica con ese momento y, menos
mal, porque mi primera vez fue todo menos bucólica.
En aspectos relacionados con el
sexo y los hombres, yo he tenido un despertar tardío. Mi primer beso, mi primer
magreo, mi primer polvo, todas esas situaciones las he vivido ya con cierta
madurez, en función del momento.
Pero centrémonos en aquella
primera vez. Tenía 21 años y él 19. Yo estudiante de periodismo y él estudiante
de música y músico callejero. De hecho durante varios meses, previos a nuestro
affaire, le tomé bastante manía. Se encargaba de martirizarme todas las mañanas
de los fines de semana a tocar la viola, violín de mayor tamaño, en la puerta
de mi casa. No me estaba cortejando, conocernos fue casualidad, simplemente
aprovechaba esas horas que tenía que practicar para sacarse un dinero extra.
Durante toda la cena estuvimos hablando y metiéndonos el uno don el otro. Había química y eso se notaba, por ello nadie se extrañó cuando se dispersó el grupo y él optó por acompañarme a dónde estaban mis amigas. Cuando aparecí con Ernest, enseguida se dieron cuenta de que algo había entre los dos, sin que hasta ese momento hubiera habido gesto alguno ni por mi parte, ni por la suya, pero era más que evidente. Por eso, cuando él se pidió un Bayleys, una a una fueron bebiendo de su copa, previo un sensual “me dejas probar” y al puro estilo del anuncio de la época, hasta que llego mi turno y, paralizada y acorralada como me encontré, pedí mi propio Bayleys.
Ernest me gustaba pero no estaba
muy segura de mi atracción hacia él hasta que, abandonando a mis amigas, nos
fuimos a bailar. Madre mía…. Es cierto, los cubanos, los negros, los mulatos,
son una raza privilegiada y sienten la música en su interior de tal manera que
bailar con ellos es una autentica delicia. Ahí sí que me sedujo, su movimiento,
su manera de sujetarme, cómo acompasaba sus movimientos con mi cuerpo…
Increíble. Han pasado cerca de 18 años y todavía me estremezco al recordar
aquel baile en un antro de mala muerte en el que nunca se me habría ocurrido
entrar.
Agotados de tanto meneo, y siendo
ya de madrugada, me acompañó a casa y con la excusa de ver una película porque
la banda sonora era de un músico muy prestigioso, le invité a entrar.
Yo estaba cansadísima, pero no me
importó en absoluto poner la película en cuestión y seguir en su compañía. A
los cinco minutos me quedé dormida y me desperté cuando note sus manos dentro
de mi sujetador. Lejos de sentirme ultrajada o algo por el estilo y pararle, me
uní animosamente a la fiesta que él había iniciado y comenzamos a liarnos.
Hasta ese momento no había pasado a “mayores” con ningún chico pero no me
importó traspasar la frontera con ese mulato, músico callejero que me había
hecho pasar una gran noche. Lo que no me esperaba fue mi reacción física. Fiel
a la leyenda urbana que existe sobre las razas, cuando dio el empujón certero,
sentí un estremecimiento nada placentero y di un respingó, que lo tiré de la
cama. Me dio tanta vergüenza que corrí al baño a esconderme. No sé porque pero
no quería admitir ante él que era mi primera vez y era tan evidente que hasta
el pobre, al otro lado de la puerta, me intentaba consolar diciéndome que para
él también era la primera vez, cosa que siempre he dudado, la verdad.
Logré rehacerme y salir del baño,
pero la magia se había esfumado. Aún nos quedamos un rato abrazados, hablando,
y esperando que se hiciera de día, momento en el que Ernest se fue a su casa.
Nunca más volvimos a acostarnos,
ni tan siquiera a mantener una conversación y en las pocas ocasiones que
coincidimos, porque al año siguiente él se fue a estudiar a una prestigiosa
academia de música en Suiza, una sincera sonrisa asomaba en nuestros rostros,
saludándonos con timidez sin que los que estuvieran a nuestro alrededor
pudieran sospechar que él había sido el primer chico con el que me había
acostado.
En recuerdo de aquella historia y de mi músico callejero, os recomendaré la película de Tim Burton 1990, Eduardo Manostijeras, interpretada por Johnny Depp y Wnnona Ryder, y banda sonora de Danny Elfman.
Os espero la semana que viene, con más historias
Besos
En recuerdo de aquella historia y de mi músico callejero, os recomendaré la película de Tim Burton 1990, Eduardo Manostijeras, interpretada por Johnny Depp y Wnnona Ryder, y banda sonora de Danny Elfman.
Os espero la semana que viene, con más historias
Besos
Fotos by Pinterest
Aaaay esos bailes!! Jajaja, me ha encantado la historia!!!
ResponderEliminarUn besazo!
“BeTrench"
bonito post ! :)
ResponderEliminarsaralookbook.blogspot.com
Me encantan los lunes desde que te descubrí guapa, no cambies nunca.
ResponderEliminarUn besote!!
Muy interesante tus historias!!!!
ResponderEliminarDekuero Creaciones
Muy interesante tus historias!!!!
ResponderEliminarDekuero Creaciones
Pedzo de historia!!! Las primeras veces suelen ser siempre complicadas, ya tengas 17, 18 o 20! Y más con un medio cubano!!! jajaja Vaya susto! me encantan tus historias y como enganchas con tu forma de contarlas, eres una crack!!!
ResponderEliminarUn besazooooooooooooo