Aún lo conservo en la cartera. “Call me after 8:00 PM”. Pobrete, se quedó esperando, o no tan pobrete porque se le veía muy desenvuelto pese a su juventud y estoy segura que ducho en las artes de la seducción.
Pero yo con una pasión kurda al año, ya tengo bastante. Mi viaje a Marruecos no iba a tener los mismos componentes que el de Estambul, y no porque me negara en redondo sino más bien porque he de reconocer que los moros no me atraen en absoluto. Puede resultar racista, para nada, tiene que ver más con la atracción animal, que no me la despiertan. Además, mi incursión en el mundo musulmán no ha tenido el mejor de los resultados y eso te predispone a ni tan siquiera volverlo a intentar.
Ciertamente he elegido esta historia pero no para analizarme a mí ni mi manera de actuar sino la de aquel joven, no creo que cumpliera ni los veinte, que con desparpajo me entregó su número de teléfono supongo que para algo más que tomarnos un té verde.
No sé si realmente le gusté (¿Por qué no iba a gustarle?) o que de aquel “rebaño” lo más “atractivo” era yo. Os pongo en situación. Viaje organizado por Marruecos (Casablanca, Rabat, Fez y Marrakech) en autobús integrado por parejas sexagenarias y entre ellas, una madura y atractiva (así hay que verse una), “treintañera alta” que tiene la manía de vestir con minifalda vaquera y escotes prolongados (eso sí, siempre con fulares en “tierra hostil” para evitar las miradas de los autóctonos. Con dos palmadas en el culo en la estrechas calles de la medina de Fez, tenía bastante).
Normal que el muchacho, desde su pasarela se fijara en mí. Pero yo, nada de nada. Nos llevaron a una fábrica de cuero y nos hicieron el típico desfile con cuatro modelos, chicos y chicas del lugar jovencitos, que lucían airosos cazadoras y chaquetas de la firma. Para ser honesta sí que me fijé en él pero porque su extremada seriedad desfilando mostraba su “profesionalidad” hacia un público, creo yo, nada exigente.
En estos lugares, tras el agasajo con té y bebidas, nunca alcohólicas, se produce el avasallamiento comercial, en una gran exposición con más vendedores que compradores.
Uff, !! Qué agobio ¡¡. Y yo que no tenía intención de comprar, me quedé sentadita en un rincón observando el espectáculo. He de decir que en Marruecos están menos preparados que en Turquía para el turismo español y toda transacción se hacía en inglés-. Me fijé en las dificultades de una pareja y me acerqué ofreciendo mis dotes de intérprete.
Fue entonces cuando se acercó ese joven modelo que sin ser mi tipo mostraba unos rasgos agraciados. Yo creía que lo hacía para apoyar a su compañera en la encarnizada lucha por convencer al matrimonio catalán de que se gastaran más de 1.200 euros en una chaqueta de cuero que no necesitaban.
Ja, seguro que lo tenía todo premeditado y preparado. Tras cruzar varias frases de cortesía típica (¿te gusta Marruecos?¿Que has visitado?¿Qué es lo que más te ha gustado?) me preguntó por mis planes para esa noche. Yo le contesté que no tenía, que íbamos todos en grupo y que suponía que daríamos una vuelta por la animada plaza de Yamaa El Fna y a descansar al hotel. Insistía en saber que iba a hacer esa noche, no sé si porque tanto su inglés como el mío dejaban mucho que desear o para que fuera consciente de que tenía cierto interés en mí. El caso que cuando me dijo algo así como “si te apetece podemos hacer algo juntos”, ya fui consciente de que aquel veinteañero estaba ligando conmigo. Subidón, subidón, subidón. Me hizo acompañarle a un rincón de la tienda para que con sigilo, como si fuera algo ilegal, pasarme ese papel rojo con su nombre, su número de teléfono y esa frase “Call me after 8:00 PM”.
Me lo pensé, no os voy a engañar. Sabéis que estoy abierta a nuevas experiencias y aunque mi historia turca no haya tenido un buen final nada me quita la diversión, la experiencia ni la memoria. Sin embargo en esta ocasión me faltaron ganas y me sobraron suspicacias. Me dio la sensación de que ese chaval llevaba el papel doblado en el bolsillo, y otros tantos en la cartera, buscando a alguien, más o menos apetecible, a quién “atrapar”, cual gigoló o seductor acostumbrado a que turistas europeas se mueran por pasar una noche con él. No era algo que me atrajese lo más mínimo así que opté por pasar aquella noche de febrero jugando a las cartas con mis compañeros sexagenarios.
Esa fue mi decisión, tal vez por sus veinte años, creo que ni cumplidos, tal vez por esta apatía que últimamente me hacen no invertir tiempo en historias que no me llevan a ningún lado o porque realmente el chico, aunque mono, no me atraía lo suficiente.
Hace relativamente poco una buena amiga me comentó, realmente afectada, que Mrs Robinson el personaje de El Graduado, interpretada por Anne Bancroft, tenía 38 años. Seducía a un jovencísimo Dustin Hoffman. Cerca de 20 años de diferencia son muchos pero lo que nos sorprendió a ambas es que ya habíamos superado la edad de Mrs Robinson y que en cualquier momento nos podíamos ver en el papel de “madura atrapando a jovencito”, algo que no me apetece lo más mínimo.
Podía haber jugado a ser Mrs Robinson con el joven modelo. Tal vez mi relato de hoy se hubiera llamada “50 sombras de Jalam”.
Para aquellas personas que no la hayáis visto, seguro que sí escuchado su banda sonora (¿os acordaos de la canción de Simon & Garfunkel?), hoy cerramos este post con la recomendación de El Graduado, una historia que sucedió realmente y que fue dirigida por Mike Nichols en 1967 y como ya he comentado, protagonizada por Anne Bancroft, y Dustin Hoffman.
Os espero, aquí en Off the record, el próximo mes. A partir de ahora el primer jueves de cada mes.
Off the record
Siempre me gusta como escribes, no lo dejes.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga. Sé que últimamente escribo poco pero es complicado llevar el ritmo de un post a la semana, muy complicado.
ResponderEliminarTe prometo que aunque con menos frecuencia, seguiré escribiendo.
Un abrazo
me sumo a madalfa. Me encantan tus historias y cómo las cuentas. Escribes de vicio. mil gracias por estos ratos de diversión¡ un besazo
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