lunes, 12 de mayo de 2014

Todo deja huella



Me sorprendió mucho esa afirmación en boca de un hombre, un atractivo gay maduro, acostumbrado a vivir, a dejarse llevar por la noche y por las drogas, y con una más que animada vida sexual. Parecía mostrar remordimientos tras una vida muy azarosa sentimental y sexual, aunque no era el fundamento principal de su pensamiento.

Aquella conversación mantenida con dos gays tras cenar sushi y ver la final de la Copa del Rey entre el Madrid y el Barça, ha dado muchas vueltas en mi cabeza y me ha llevado a darle toda la razón. Todo lo que hacemos en nuestra vida, deja huella. 

Esa vena antropológica que en los últimos tiempos me caracteriza, me llevó a traspasar la frontera de una conversación, en principio, cotidiana y algo anodina, y a analizarla, con la única y excepcional rigurosidad de mi propio pensamiento, estableciendo un paralelismo, no del todo cierto ni real, entre mi vida y la de aquellos gays, sexualmente mucho más activos

Tal y como lo expresaba Carlos, al que acaba de conocer y con quién tuve mucha química (intelectualmente hablando, se entiende), en la noche homosexual abundan los gays que "tiran con metralleta", que disparan a todos los que se les ponen a tiro, sin más interés que el de mantener una relación sexual, ni tan siquiera de una noche o unas horas. 

A estas alturas de la vida no es una afirmación que nos sorprenda y mucho menos que nos escandalice. Es habitual la afirmación de que hay mucha más promiscuidad entre los homosexuales que entre los heterosexuales. Lo que realmente me sorprendió fue la crítica (y auto crítica), veladamente con tintes de arrepentimiento, que escondían las palabras de mi interlocutor. Más que avergonzado (en absoluto) por su pasado, parecía apesadumbrado por el futuro y por lo que aquellas noches de sexo y lujuria podían acarrearle. No tanto por consecuencias ajenas a su persona, sino más bien inherente a su estado anímico.

Hasta ese momento yo no había pensado en cómo me podía afectar mi ajetreada vida sexual del último año. Tomando mis precauciones sanitarias, y sabiendo que era sólo sexo, nunca me había puesto en la tesitura de qué realmente una profusa actividad sexual polígama podía llegar a afectarme,en el aspecto psicológico.

Pero sí, parece ser que me podía causar mella.


La semana pasada estando de copas con mis amigas, de repente vi a un chico con el que me había acostado una de esas noches locas, el capitán Sparrow, por su parecido en ese momento con Johnny Depp, (siempre he sido muy generosa con mis amantes). No fue más que eso, un polvo divertido pero sin más secuelas emocionales. Lo había vuelto a ver en una ocasión posterior pero era tal el estado de embriaguez del pirata que las escasas frases que intercambiamos se han esfumado de mi memoria por intrascendentes. Sin embargo, el hecho de que yo le reconocería esa noche, varios meses después de nuestro rollo, y que él a mí no, me toco la vena sensible y sinceramente me molestó.

Vale que sólo había sido un polvo. Claro que no había supuesto nada más, pero el hecho que no me reconociese me hizo plantearme hasta que punto el sexo ocasional me interesaba o no. 

Soy de las que pienso que el sexo es sexo, un "divertimento" que obligatoriamente no tiene porque implicar amor pero sí algún tipo de sentimiento, por lo menos buen rollo, camaradería, hasta admiración por ese prójimo capaz de llevarte al éxtasis. Pero de ahí a esa frialdad aparejada al no reconocimiento del otro, hay un mundo.

Me acordé de la conversación con Carlos y de hasta qué punto mis acciones del pasado me podían estar dejando huella. Hasta qué punto, el hecho de haberme llevado a casa al amigo del emoticono (Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas), un chico muy agradable que me había hecho pasar una noche de sexo sin más implicación, podía estar impidiendo tener alguna oportunidad con el emoticono, que era quién realmente me gustaba. No es que sea de las que les importe el que dirán, me suele resbalar bastante, pero sí es cierto que el hecho de ser muy casquivana puede restarme atractivo en determinados momentos.

¿Y ahora qué? ¿Voy a continuar con mi papel de diosa de ébano (que no suene prepotente porque es un apelativo puesto por mis amigas tras una muy buena racha en cuanto a conquistas se refiere)? ¿O voy a echar el freno y pensármelo dos veces antes de meterme en la cama con un chico? No creáis que lo tengo nada claro…


Besos
Off the record
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9 comentarios:

  1. Creo que el ego nos juega malas pasadas. Esa necesidad de "transcender" en el otro, No hay que perder de vista que el sexo es placentero para asegurarse la persistencia del animal como especie, pero en la humana, al ser racionales lo manipulamos. Por eso entra en juego el "ego"; Aunque en una relación sexual no se busque pareja estable nuestro instinto más básico nos impulsa a pensar que de alguna forma nos recordarán como "posible ". ¿Por qué sino no implicaría la misma decepción que un antiguo vecino, o un camarero que te ha servido muchas copas, o el frutero de tu infancia, al verte no te reconozca? Antropológicamente hablando, porque nos gusta transcender.

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    1. Mi querid@ anónim@
      Veo que eres un verdadero crack con el pensamiento y con el ir más allá de las cosas que cotidianamente nos pasa. Creo que no soy muy egocéntrica (paradógicamente y pese a que cada semana os cuente mi vida) pero es cierto que se trata de un tema de ego. No me lo había planteado pero me ha gustado mucho tu explicación del trascender. Aunque a veces, y con este sujeto (el capitan Sparrow), casi mejor dejar las cosas como están.
      Muy sabias tus palabras y sumamente interesante tu explicación

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    2. Gracias por tus palabras, generosa!!!!, y sí, siempre me gusta ir más allá...
      Siempre un placer leerte. UN besazo

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  2. Yo también tuve el mismo dilema y me quedé con la segunda opción.

    me-andmybag

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    1. ¿Y cómo te fue?¿Sigues convencida? ¿Todo mejor? Yo no lo estoy para nada y eso que en las últimas semanas he sido una niña buena, no se si por elección propia o por elección ajena.
      Muchas besos, Yudani, y gracias por participar

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  3. Muy de acuerdo con anónimo 1. Pero por qué pensar qué es lo que debes hacer?. Esto tiene sentido si te has planteado alguna estrategia pero si no es el caso, yo sólo me preocuparía de si lo que hago (ya sea sexo esporádico o abstención del mismo) está en línea con mis principios.

    Yo no sé qué es peor.. si tener sexo puntual con alguien que no te reconozca o tener sexo continuado con alguien con quien pones ganas e ilusiones y luego se lo monta tan mal contigo que preferirías que no te reconociese nunca más si te lo cruzas por la calle.

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    1. Sin duda alguna es peor la segunda opción porque hay sentimiento hacia el otro. Una mala noche la tiene cualquiera, pero reiteradamente, es "demasie"
      Mis principios están salvaguardados tanto siendo la Diosa de Ébano como buscando a mi príncipe azul, no influyen en absoluto, sólo que no me apetece que por impulsiva e intemperante (me dejo llevar en muchas ocasiones por mi temperamento) luego me arrepienta. No hay estrategia por medio, de momento, sobre todo porque no hay objetivo.
      Un besazo anónimo 2

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  4. Uau! Me están encantando los comentarios, ¡vaya nivel! Yo sólo quería añadir que debes analizar bien esos sentimientos desagradables que te surgen en algunas ocasiones tras tener sexo casual, porque puede que no te valga la pena. Tal y como le dije a una buena amiga en una época en la que ella decidió hacer como yo en cuanto a lo de darle a su cuerpo alegría, te digo que lo pienses bien porque "para esto hay que valer". La verdad es que yo hasta la fecha nunca me he arrepentido de nada, al contrario. Sn embargo, mi amiga, al poco tiempo de funcionar en ese plan, se derrumbó y me dio la razón, no le dejaba buen sabor de boca.

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