Atracción fatal

¿Os habéis encontrado alguna vez atraídos por alguien que despierte en ti los instintos más primitivos? 

Es una sensación muy salvaje y difícilmente de manejar, sobre todo con un par de cervezas de más. Yo no sé si os habrá pasado y cómo os quedáis cuando dais respuesta positiva a esos instintos. En mi caso, la sensación posterior francamente no es agradable porque en el fondo siento que he perdido el control sobre mi persona para dar respuesta a un instinto puramente animal. 

No soy de las que pienso que el sexo es sólo con y por amor. Ni mucho menos. Sí que creo que añadiendo ese componente romántico resulta más completo pero para mí no siempre es más satisfactorio. He tenido experiencia puramente sexuales de las que guardo un grato recuerdo y que están clasificadas en mi memoria como noches memorables y otras, con quién consideraba en ese momento el hombre de mi vida, que, sin embargo, apenas me han dejado sensaciones que recordar. 

La atracción sexual me cuesta dominarla y es algo que debería hacerlo por cómo me quedo a posteriori, porque cuando es de esas salvajes y con personas poco recomendables para mí, acabo arrepintiéndome y no me gusta arrepentirme de nada. 

Es lo que me pasa con quién fue el causante de lo que yo he denominado mi tercer despertar al sexo. Pese a ser una mujer liberada y de apetencias sexuales, he tenido largas etapas de abstinencia. En mí, hasta la fecha, se han producido tres despertares que de una época aburrida y yerma, sexualmente hablando, he pasado a una hiperactividad, entre nosotros, muy divertida. 

Sin meterme en rollos psicológicos, la realidad es que aquel sábado noche de invierno, salí con mis amigos dispuesta a comerme la noche y divertirme, dícese bailando, tomando copas y de buen rollo. No esperaba más pero sí que es cierto que me sentía muy bien conmigo misma. No os pasa a veces que, sin saber muy bien porque, os sentís guapos, atractivos, que os coméis el mundo?, pues esa noche, así me sentía yo, y vamos sí me comí el mundo… 

Mi éxito con los hombres ha sido limitado, algunos escarceos, ciertos despertares y poco más hasta aquella noche que debo de decir que me dejé llevar por ese instinto salvaje y animal del que os hablaba. 

Estaba bailando cuando en el pub entró un chico que siempre me ha resultado, y me resulta, muy atractivo. Entre nosotros sólo había habido una relación amistosa y social. Muy agradable y simpático cuando nos cruzábamos, pero poco más. Esa noche estaba especialmente simpático pero yo no fui consciente de sus intenciones hasta que las verbalizó, sin paños calientes “Quiero tocarte las tetas” 

Cualquier mujer en su sano juicio y con un poquito menos de desparpajo (en el mal sentido) le hubiera soltado una fresca y le hubiera ignorado pero yo no. Entre que me sentía totalmente desinhibida, y la atracción que ese chico ha ejercido sobre mí desde que le conozco, no se me ocurre otra cosa que soltarle “cuando quieras”. “Ahora? Acompáñame al baño”. Y ni corta ni perezosa le di a mi amiga la cerveza diciéndole “sujétamela que….. me quiere tocar las tetas”. No se la vi pero estoy segura que la cara de mi amiga fue muy parecida al emoticono que todos tenemos en los móviles cuyos ojos se salen de las órbitas. 

Ahí estaba yo, encerrada con el chico que me ponía a cien, magreando en el oscuro y sucio baño de un pub. Obviamente no fue nada placentero y dadas las altas horas de la madrugada, el cierre del local nos obligó a cortar la escena sin haber siquiera calentado. 

Salimos del baño como si nada, nos separamos cada uno por su lado, no sin antes intercambiarnos lo números de teléfono. Creía que ahí iba a quedar la cosa porque sospechaba que tenia pareja y que todo había sido fruto del alcohol y del calentón producido por mi escote prominente. 

Cuál fue mi sorpresa cuando a la mañana siguiente mi whatsap sonó y era él saludándome. “buenos días, por la horas supongo que estás durmiendo”, él. “Que va!!!, a punto de saltar de la cama, duermo poco”, yo. “No saltes, quédate, que me meto en ella”. 

No daba crédito a ese despertar y me decidí por tener un poco de cachondeo matutino. “Venga, aquí te espero con lo puesto”, “envíame tu ubicación” y se la envío, pensando que iba de coña… sí, sí, sí, de coña… “En 5 minutos estoy ahí”… me entró el pánico porque vivo con mi familia…. “nooooooo” y él “no vives sola?”,”No, con mi familia. Y tú?”. “Con mi novia” aunque ya lo sospechaba, escucharlo no me hizo mucha gracia pero poco me importó cuando escuché a lo lejos… “Nos vamos, nos vemos en casa de tu hermano”… tenía la casa para mi sola, vía libre para que vinieran a verme y ni me lo pensé: “ven, se han ido, te espero”. 

A los 5 minutos estaban llamándome a la puerta y era él, nervioso (algo que me llamó mucho la atención porque dudo que fuera la primera vez que hacía algo así), que venia a …. A lo que venía… 

De la puerta a mi habitación, en un suspiro, y de bajarse los pantalones a volvérselos a subir, otro… tal fue mi insatisfacción que mi despedida, y frase recurrente las veces que nos hemos vuelto a encontrar, ha sido “me debes una”. 

Una que esta misma semana se ha convertido en dos… Lo he vuelto hacer, lo de meterme con él en un baño. 

Han pasado meses desde aquella mañana en mi casa, han pasado historias con mayor o menor huella en mi corazón y en mi recuerdo, y me he encontrado con él en varias ocasiones, dejándome con el pensamiento de “Muy mono pero hay algo en su manera de comportarse y de pensar que no me acaba de convencer, que no va para nada conmigo", y no porque fuera estúpido, borde o algo parecido, ni mucho menos, sino por la sensación de que estaba de vueltas de todo y con una actitud hacia la vida, las relaciones y la pareja, muy diferente a la mía. 

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra… y cierto, muy cierto… 

Hace relativamente poco, me lo volví a encontrar pero en esta ocasión iba con un amigo común, así que nos quedamos tomando una cervecita de tarde, todos juntos. Un quinto, dio paso a otro, y a otro… a una conversación, a una frase de las suyas en la que mi escote volvía ser protagonista, a una comunicación verbal y no verbal de respuesta a sus insinuaciones… No me pude resistir cuando, estando en el baño, sonó la puerta, unos nudillos sigilosos, toc, toc, toc. Abrí y era él, de nuevo nervioso que me pedía paso… le dejé entrar y el mismo tiempo en bajarse los pantalones y en subírselos, un suspiro…. Ha incrementado su saldo deudor conmigo… 

Tenía que trabajar y me emplazó a las 12 de la noche para volvernos a ver  pero pensé lo que pensé y no acudí a recogerlo a su trabajo… prefiero que esa atracción fatal quede en una anécdota de un baño que cobrarme el saldo deudor y luego arrepentirme… 

Esta mañana, a las 08:47, me suena el móvil, una whatsap… “que bueno”… y yo contesto con un emoticono…. el que saca la lengua.

Hago una pequeña interrupción para anunciar las dos ganadoras del sorteo de los dos collares Dekuero Creaciones:
VANESSA IBARRA (collar joya amarillo flúor)
ISAMÁ SIN MAS (collar joya fucsia flúor)
Enhorabuena!!!

Esta historia no va a acabar como la famosa película de Michael Douglas y Glenn Closed, estoy segura pero el título de este post me sugiere recordar aquel film de 1987 de Adrian Lyne con el que a más de un hombre ligero de cascos, se le pusieron de corbata...

Ya sabéis que en offtherecord.hermanas@gmail.com podéis contarme vuestras historias, vuestros comentarios… lo que querais guardando el absoluto anonimato… palabra…

by Off the record