Mientras no hagamos daño a nadie

Esa es la típica frase que se utiliza para justificar una actitud determinada que convencionalmente no es del todo aceptada. Exactamente la acabo de escuchar en una película como respuesta a prejuicios de aquellos que no frecuentan pubs liberales. Era ficción pero cierto es que en muchas ocasiones se juzgan acciones y actitudes que ciertamente no hacen daño a nadie. O si?.

Esa frase me ha recordado una conversación que mantuve con unos amigos a la luz de una historia singular que me contaron. Sentados en una terraza, una cálida noche de agosto, un variopinto grupo de hombres y mujeres, todos superando la treintena. Ellos procedían de la Bella Italia y, precisamente, nos contaron que en Italia, y por lo visto también en el resto de Europa, se había puesto de moda un tipo de webs de contactos en la que matrimonios buscaban a hombres o mujeres para satisfacer las fantasías sexuales de sus parejas. Fantasías que iban desde los tradicionales tríos, pasando por pequeñas y hasta grandes escenificaciones hasta llegar al acto sexual.

Ellos no lo habían probado, vamos a creérnoslo, y hablaban de un amigo, casado y con tres hijos, que era asiduo a esta nueva forma de relacionarse y de tener sexo fuera del matrimonio. Conocía a la perfección el funcionamiento y la manera de proceder de esos matrimonios que usaban estás páginas por diferentes motivos. Por lo visto, las parejas se dan de alta y son las que eligen el perfil del, llamémosle del single o invitado. Cuando lo han seleccionado, quedan a tomar un café, para conocerse, comprobar que el perfil del single se ajusta a la realidad y concretar como va a ser el encuentro en sí. Cuáles son los deseos, fantasías, prácticas, etc… sin ningún tipo de tapujos y todo claro por adelantado. 

En una ocasión, nuestro single italiano había quedado con una pareja en una céntrica cafetería de Florencia y su sorpresa fue mayúscula cuando entró un conocido suyo con el que mantenía una relación profesional, acompañado de su mujer. Ambos, conscientes de que el otro era su cita y sabiendo que iba a ser muy incómoda su futura relación, optaron por disimular y ni saludarse. Se tomó su Cappuccino, y regresó a casa con su mujer sin otra fémina con la que distraerse.

Por lo visto la “negociación” del encuentro sexual la lleva el hombre, el marido, que en algunos casos sólo es eso, un mero negociador que por alguna razón que a mi se me escapa no tiene otra motivación que facilitar los deseos de su mujer. Algunos participan, otro miran, pero hay casos en los que ni eso como cuando, en una de sus quedadas, mientras él estaba con la mujer en el dormitorio, pasando un buen rato, el marido, LE LAVÓ EL COCHE!!!.

Todos estábamos atónitos, a la par que desternillándonos de la risa, y ante la pregunta , “pero ¿él quiere a su mujer.”, iniciamos un interesante debate. Esa pregunta suscitó otra. “¿Su mujer lo sabe?,” para, finalmente, plantear una tercera cuestión, “¿Y va contando, abiertamente, sus andanzas, estando casado?”.

Esas tres preguntas marcan tres aspectos, más allá de lo anecdótico y curioso de la historia, que sugiere el hecho de tener o de querer buscar nuevas experiencias sexuales. Tres aspectos que, claramente y dado que fueron por tres personas distintas posicionó a cada una de ellas en qué rea lo que más le preocupaba o afectaba.

AMOR Es prueba inequívoca de no querer a tu pareja entrar en este tipo de jueguecitos sexuales? Puede estropear un matrimonio o, en algunos casos puede ser beneficioso para la pareja?

HONESTIDAD llevaba a cabo estas prácticas, abiertamente y haciendo partícipe a su mujer? O le mentía y le engañaba fingiendo estar en reuniones de trabajo o con cualquier amigo?

DISCRECIÓN Llevaba doble vida ante su mujer, la madre de sus hijos, pero compartía sus andanzas con sus amigotes, lo que podría entenderse como humillación hacia su mujer, o no?.

Esta claro que cada uno vive las relaciones conforme a su parecer y mientras no haga daño a nadie… es libre. Y si su mujer vivía en la inopia, desconociendo las andanzas extramaritales de su marido, la frase inicial de “mientras no hagamos daño a nadie”, es legítima.?

Yo tengo mi respuesta, y vosotr@s?

Para ilustrar cinematograficamente este post me he acordado de una comedia italiana que en su día me resultó muy divertida. Manuale D'amore, dirigida por Giovanni Veronesi en 2005. Divertida, fersca y muy italiana...