Quién con fuego juega…

Otra vez, sí, otra vez he caído en la tentación y me he dejado arrastrar por mis instintos más básicos. (vease Atracción fatal). Es lo que pasa cuando no se está centrada y yo, en temas sentimentales, vivo en una auténtica montaña rusa. Y claro, de repente, ese chico que no se porqué me atrae tanto, vuelve a llamar mi atención, y cometo el error de caer de nuevo en la tentación.

Han pasado varios meses desde el último tropiezo, que es cómo yo denomino cada encuentro con él. Son tropiezos porque cada affaire que tengo además de no ir a ningún lado, me dejan con un sabor de boca amargo, muy amargo. No tengo ningún sentimiento romántico hacia él pero si es cierto que tiene la virtud de hacerme sentir muy bien cuando “ataca” y mal cuando “resuelve”. Dicho de otra manera disfruto mucho con el tonteo (los mensajes a horas intempestivas, las miraditas cuando estamos en el mismo local …) pero me siento despreciada cuando facilito su “bienestar sexual”, porque es eso, ni más ni menos, lo que ha pasado entre nosotros dos. Y no una sino que ya van bastantes veces.

Tras unos meses de tranquilidad en el que cada uno ha hecho su vida y nuestro contacto se ha limitado a saludarnos cada vez que coincidíamos (vivo en una ciudad no muy grande), las fiestas navideñas han propiciado estas coincidencias y, por lo visto, ha aflorado en los dos ese instinto básico tan perjudicial para mi autoestima. 

En las últimas semanas, y a raíz de un saludo cordial pero más cariñoso que los anteriores, cada vez que él se acordaba de mí (siempre a altas horas de la madrugada y supongo yo que con unas copas de más), me enviaba un whasapp, por si estaba disponible. Por suerte, esos mensajes los veía al día siguiente y lejos de pasar de él, comenzaba un dialogo de seducción que abrió el camino a un nuevo capitulo de nuestra historia.

En Nochebuena, fruto de las cervezas previas a la cena, y de ese sentimiento que renace cada navidad, le envié un whasapp felicitándole las fiestas, mensaje que me contestó muy cariñosamente, invitándome salir por la noche. Rechacé la invitación ignorando que varias horas más tarde iba a sucumbir de nuevo a sus encantos. A las 6 de la mañana cuando yo ya llevaba varias horas durmiendo recibí un nuevo whasapp de él y quiso el destino que me despertada al escuchar el sonido del teléfono. Así inicié un dialogó que me llevó, a esas horas tan de la madrugada, a vestirme y a dirigirme dónde él estaba. Ciertamente se encontraba en un casa muy cercana a la mía pero no es muy cabal levantarse de la cama a las seis y media de la mañana, vestirse e irse para…. ni tan siquiera “echar un polvo” como dios manda.

Un desastre, eso fue lo que paso. Él estaba muy receptivo, muy excitado como siempre, pero su modus operandi dista mucho de ser satisfactorio para mí. Aún así y pese a lo patético de aquel encuentro de Nochebuena, he tenido que repetir una vez más para darme cuenta de que tengo que cortar esta historia y no volver a enrollarme con una persona que busca su propio placer, desentendiéndose de la otra persona. Ese ha sido su regalo de reyes, abrirme los ojos y darme cuenta de que, más allá de no tener porque tener una relación estable con un chico, sí que debe establecerse un respeto mutuo y unas ganas de disfrutar conjuntamente, el uno de otro, y no como ha sucedido en los distintos “tropiezos”.

Está claro que cada persona vivimos el sexo de distinta manera pero para mí, e independientemente del grado de sentimientos que me una a quién comparte mi cama,  en el sexo tiene que haber generosidad, disfrute mutuo y nunca un “voy a lo mío y a ti que te den”. He tardado pero ya he entendido lo que es evidente. Para él soy un desahogo y aunque para mí él no significa nada sentimentalmente, ha sido un chico que me atrae (porque me sigue atrayendo) y con el que me hubiera gustado tener episodios esporádicos de sexo satisfactorio.

Aunque ya han pasado 13 días desde que estrenamos año no quiero despedirme sin desearos que 2014, os aporte, por lo menos, todo lo bueno que habéis tenido en 2013, y que ignore, todo lo negativo. Por eso en 2014 espero no volver a hablar de mi instinto más básico.

Besos

by Off the record 

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