Noventa minutos

90 minutos es la autonomía de la batería de un vibrador de última generación que durante algunas semanas causó desasosiego en la vida de una mujer felizmente casada, cuando comparó el placer que tal juguete erótico le dispensaba a su amiga, frente al tiempo máximo de un polvo con su amantísimo esposo.

Todo comenzó en Madrid, durante un fin de semana en el que cuatro mujeres, todas ellas amigas, pero a cada cual más distinta, organizaron una escapada para ayudar a una de ellas a superar una ruptura sentimental.

Ese fin de semana estuvo lleno de risas y buenos momentos, sobre todo para una de ellas que regresó a su casa con compañía, Antonio, un vibrador que durante una larga temporada le acompañó en sus solitarias noches de soltera sexualmente liberada.Tanto es así que llegó un día a anunciar, sin ningún tipo de vergüenza, que se iba a casa para pasar un buen rato con su "amigo" Antonio.

"Capaz serás de abandonarnos por un pequeño rato de placer" le achacó la única casada del grupo. "De pequeño, nada, 90 minutos de máximo placer", le contestó. "90 minutos, !Qué barbaridad!", le espetó la emparejada sorprendida por la duración del acto sexual de su amiga.

Esa sorpresa generó mayor perplejidad entre las presentes al comprobar que su amiga nunca había mantenido relaciones sexuales de hora y media.

¿Es importante la duración de un polvo? ¿90 minutos os parece mucho o poco?. En mi caso he tenido la suerte de disfrutar de más de siete horas de buen sexo sin parar, y no estoy exagerando. Fue con mi Grey particular. Y de un polvo corto, apenas 20 minutos pero muy intenso y satisfactorio, con mi mulato sabrosón.

Conozco a mujeres que se han pasado horas y horas con un hombre bajo las sábanas de una cama, sólo saliendo para beber, pasar por el baño y comer algo para coger fuerzas y continuar disfrutando de los placeres del cuerpo.

Aunque, por lo visto, no todo el mundo ha podido disfrutar de tal suerte, de horas y horas de desenfreno.

Precisamente, mi amiga, la felizmente casada, y su amantísimo esposo decidieron tomar cartas en el asunto y,  ayudados por la marihuana, se dispusieron a vivir una larga y apasionante noche de sexo.

"Guauuuu!!! Menudo polvo!. Y más de dos horas dándole al sexo", pensó mi amiga al mirar el reloj de la mesilla. Así de satisfecha se acostó esa noche sin darse cuenta que hacia días que el reloj no funcionaba.

Os espero la semana que viene. Besos

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