La madurez en la mujer es un rasgo que encandila a la juventud de los hombres. Y no lo digo por decir, porque sea un tópico o porque acercándome a los cuarenta me tengo que agarrar a argumentos que me faciliten el tránsito a la nueva década. Más bien porque lo observo a mi alrededor y lo he experimentado en mi misma.
En una ocasión y tras una sesión maratoniana con un “mozuelo” casi 10 años más joven que yo, le pregunté que había visto en mí para querer seducirme cuando estaba segura que podía conquistar a mujeres más acordes a su edad. Su respuesta, más allá del lógico “me gustas mucho”, fue contundente. “Las mujeres de cierta edad lo tenéis claro y no intentáis saliros del guión o de la relación que hay establecida en un momento dado. Por el contrario, las chicas jóvenes parece que te aceptan y cuando ya se sienten seguras en la relación, intentan cambiarte”. Todas en algún momento lo hemos intentado, y menudos chascos nos hemos llevado.
Esa conversación me dio que pensar, sobre todo en mí, en mi evolución en los últimos años y cómo había optado por cambiar mi estrategia en las relaciones sentimentales. No sé si la experiencia o, llamémosle, sabiduría para evitar sufrir más de los necesario por el amor, me viene dada por haber desarrollado un sexto sentido ante los desengaños amorosos o simplemente por cumplir años pero sí que es cierto que si bien antes no tenía muy claro lo que quería de una relación, y sí lo que no quería, ahora en ambos casos lo tengo, clarísimo.
Si antes era capaz de desoír mi propio instinto, de obviar claras muestras de desafección y aferrarme
a mi unilateral sentimiento, ahora a la mínima que algo no me cuadra, me alejo, rompo y evito cualquier malestar interior. ¿Eso es tener claro lo que se quiere?¿Es ser exigente con lo que se quiere?¿O una cobarde que no se arriesga por miedo a sufrir? Cualquier respuesta podría valer pero para mí es un paso, una evolución para la consecución de mi principal objetivo, ser feliz.
Hay personas que se alimentan del amor y si no están inmersas en una historia apasionante sus vidas carecen de sentido. Estas personas tienen una gran capacidad de sacrificio y son capaces de renunciar a aspectos de su vida que en otros momentos ni se le hubiera pasado por la cabeza.
Tal vez en el pasado yo también lo hubiera hecho pero en la actualidad ni pretendo cambiar a nadie ni yo voy a cambiar por nadie.
Para mí el amor es un complemento para mi felicidad. Si lo tengo, perfecto, mejor, estupendo, pero tiene que ser con alguien que me acepte tal y como soy, y a quién yo acepte con todas sus imperfecciones. Me refiero a los rasgos fundamentales y no a esos aspectos que siempre se pueden mejorar.
Hace algunos meses, yo andaba en medio de una historia un tanto peculiar con un chico con el que me había liado un par de veces y cuyos sentimientos hacia él no los tenía muy claros. Nuestra relación nos prosperaba y el principal problema, más allá de sí yo se sentía o no sentía por él, radicaba en que mi esencia mi verdadera personalidad no era de su agrado. A esa conclusión llegué cuando me dijo, con mucha vehemencia, que tenía que cambiar y dejar de ser yo misma porque precisamente lo que más le molestaba de mí era todo aquello que me definía. En ese momento vi claro que lo nuestro no podía ser pero aún di pie a un par de episodios nada agradables que me hicieron abrir los ojos de una vez por todas.
Ésta decepción me ayudó a tener más claro lo que quería del amor. En mi azarosa vida sentimental de los últimos meses me estoy dejando llevar por mi instinto, una enseñanza que me ha venido con la madurez y el aprendizaje de la propia experiencia. Si bien todavía no he encontrado a esa otra persona a la que querer y que me quiera, cierto es que por el camino se han quedado simulacros que en otra época me hubieran partido el corazón.
Cómo hemos comenzado hablando de mujeres maduras que mantienen relaciones con hombres más jóvenes que ellas, hoy quiero recomendados un clásico que sin duda conoceréis. "El Graduado" de 1967 dirigida por Mike Nichols y protagonizada por Dustin Hoffman y Anne Bancrof. Hace poco descubrí por una buena amiga el personaje de Miss Robinson tenía 37 años… una jovenzuela ¿verdad?.
Hasta la semana que viene
Off the record
Fotos de Pinterest
Como cada semana nos despedimos anunciando la ganadora de este espectacular collar de Dekuero Creaciones
Natalia Martínez Enríquez
!!!! Enhorabuena ¡¡¡¡
Que razón tienes amiga, la edad nos hace mas sabias y seguras con lo que buscamos y nos llena en la vida.
ResponderEliminarHasta el próximo lunes bombón.
Un besote.
Aún sabiendo lo que queremos, seguimos tropezando. Es increíble como el deseo en ocasiones nos nubla la razón. Menos mal, que ésta, la razón, no desaparece del todo y finalmente nos da lucidez
EliminarUn besazo querido anónimo
La verdad nunca me han preocupado los intentos fallidos, siempre he tenido esa estupenda lucidez de tener claro empezar a preocuparme por no estar sola a partir de los 45 y mientras, mira si tengo años para seguir recopilando información sobre esos extraños e incomprensibles seres que nos llenan la vida de momentazos o no, eso para quienes permiten que lo malo llegue mas allá y se instale. Cada etapa tiene lo suyo y evidentemente mientras más se vive mejor es el disfrute. Un fuerte abrazo!!
ResponderEliminarBuena filosofía, Yas, aunque, en mi caso, no quiero preocuparme por el hecho de estar sola (sin pareja), ni a los 38, ni a los 48 ni a los 58… ni nunca… porque, doy gracias, la soledad no deseada nunca se ha instalado en mi vida.
EliminarYo he tenido la suerte, y espero seguir disfrutando de ella, de estar siempre rodeada de familia, buenos amigos y, porque no, historias pasajeras que esperemos sigan sin hace más mella que la necesaria. Un fuerte abrazo y gracias por participar.
Pero, ¿os imagináis lo insoportablemente aburrido que hubiera sido tener claro a los dieciocho años lo que una quiere y necesita en una pareja, haber encontrado el amor y vivir en una balsa de aceite desde ese momento? Nos hubiéramos saltado casi toda la diversión...
ResponderEliminarTienes toda la razón. Además no seríamos quienes somos sin toda la experiencia adquirida y en una balsa de aceite no se aprende mucho… Eso sí, yo me saltaba algún que otro episodio, más por el efecto que en su momento pudo causar en mi persona, que por las lágrimas no merecidas derramadas. Un besado
EliminarPasito a pasito y no pensar en mañana!
ResponderEliminarBesos
conestiloalcubo Blog
Ufff, puedes??? Yo lo intento pero inevitablemente a veces pienso más de lo que debiera. Otras veces me obligo a pensar para poder planteados algún que otro dilema que nos tengan entretenidos para comenzar la semana.
EliminarBesos
Sin duda alguna la madurez es un grado y siempre es mejor estar sola que mal acompañada! Un besazo.
ResponderEliminarhttp://www.solaanteelespejo.blogspot.com.es/
chic@s, no lo dudemos nunca, como dice Sola ante el espejo, MEJOR SOLA QUE MAL ACOMPAÑAD@, pero eso vale tanto para mujeres como para hombres…
EliminarUn besazo, amiga
Un texto de lo más reflexivo!
ResponderEliminarPienso exactamente como tú, creo que la juventud se paga con tantos errores que cometemos (yo entre tantas) por inexperiencia.
Un beso preciosa!
http://www.coco-smile.com/
Ayyy, Coco, lo peor es cuando vuelves a cometer alguno de esos errores de juventud y ahora ya no puedes decir que es por inexperiencia, sino por cabezoneria… JAJAJAJA
EliminarBesos, guapa!!!
Yo creo que en cosas del amor, la experiencia es un grado pero cuando llama a tu puerta de verdad, da igual tener 20 o 50. De jovencita quizás era más desconfiada y siempre iba con pies de plomo porque mi forma de ser era más introvertida y cobardica. Con los años (al revés de mundo) me hice más confiada porque me di cuenta que si te tienes que enamorar te enamoras y punto y si vas a sufrir o vas a hacer sufrir, ocurrirá igualmente. Ahora bien, si lo ves venir cuando las garras del amor todavía no te han atrapado y no te mola... correeeeeee!!! que le den! jejeje Un besito enorme y mil gracias por tus historias
ResponderEliminarLlevo muchos años sola -mejor dicho, sin pareja-, porque sola, realmente no estoy. Como tú apuntas, estoy tremendamente acompañada por familia, amigos/as, y "partenaire ocasionales"... No tengo pareja, ni me quita el sueño. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con una pareja con la que no tenías nada que decir? Para mí, no hay peor soledad que la soledad en compañía.
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