lunes, 5 de mayo de 2014

Amores platónicos en la adolescencia


La noche y el día. Eso éramos y somos José y yo y, sin embargo, durante más de 20 años he sentido una atracción muy fuerte hacia él, carente de explicación. Y digo carente porque nada en él, ni su físico ni su personalidad, explica cómo se ha mantenido en mi pensamiento, de manera latente pero siempre recurrente. Un sentimiento que nunca me atenazó el corazón ni me impidió enamorarme de otros hombres. Eso sí, cada vez que lo veía, cada conversación que mantenía, me despertaba aquella emoción de antaño, de los 15 años.

Tal vez esa fuese la cuestión, conocerle a tan tierna edad y vivir un episodio adolescente, inocente y bastante absurdo Puede que eso ha sido lo que ha permitido que ese sentimiento permaneciera escondido, pero estando, hasta que, por fin, se resolvió.

Era el hermano mayor de un buen amigo mío. Tímido hasta límites insospechados, hizo que yo, una jovencita abierta y bastante alocada, se fijará en esa sonrisa y mirada tierna de chico de bondad desbordante. Él nunca se fijó en mí, más allá de la amiguita de su hermano pequeño que de vez en cuando merodeaba por su casa.

Por eso cuando, ya en mi treintena y en su cuarentena, se despertó la pasión, a ambos nos sorprendió.

Era la típica noche de primavera, entre semana, en la que, agotada por unos días cargados de trabajo y tensión, quedé con unas amigas para hacer un "break" y que los 5 días laborables se convirtieran en una carga más liviana. Casualidad al encontrarnos y algo más que el destino desataron ese acercamiento. Tras varias horas tomando cervezas y descubriéndonos, su timidez no le impidió preguntarme a bocajarro "¿Qué hacemos tú y yo aquí?". Esa simple pregunta dio paso a un apasionante beso en mitad de la calle Labradores, sin que nos importara lo más mínimo la presencia de los demás.

Fueron muchas horas de besos, caricias, confesiones sorprendentes (por mi parte) hasta altas horas de la madrugada. Cuando ya parecía que íbamos a pasar a un mayor grado de intimidad,nos entró la cordura y nos fuimos cada uno por su lado.

A los dos días quedamos para vernos. Qué nervios!!!. Las horas previas a nuestras cita se hicieron interminables y el miedo atroz a que cancelara la quedada me invadía el pensamiento. 

No fue así aunque su respuesta a mi cariñoso, que no apasionado, beso debía haberme aventurado su complicada psiquis. Sólo tuvieron que mediar un par de cervezas y una intensa conversación para acabar, esta vez sí, en la cama.


Aún hoy, más de dos años después, rememoro alguno de aquellos instantes que me rompieron la imagen de aquel muchacho frágil, tímido y sensible, convirtiéndolo en experto amante.

Tras esos dos encuentros, yo no quería empezar a plantearme nada, quería vivir el momento sin que el temor de un futuro incierto estropeara aquel presente encantador. Sin embargo, él desde el principio, desde el primer beso, me preguntaba qué es lo que pretendía con aquella historia, cuáles eran mis intenciones. No se si es que pensaba que yo era una loba que usaba a los hombres (y luego los tiraba) o que, por el contrario, quería amarrarle bien fuerte. Ni una cosa ni la otra. Fui sincera (algo que siempre me ha caracterizado en mis relaciones con los hombre y que en cierto modo también me ha perjudicado). Le hablé de mis sentimientos ancestrales por él, sin dramatizar, haciendo hincapié en el aspecto platónico y adolescente de tales sentimientos. Le comenté que tenía ganas de asentarme sentimentalmente pero siempre y cuando fuera con alguien que valiera la pena y con quién congeniara al 100%. Y, sobre todo, le dejé claro que quería conocerle y que él me conociese.

Al mismo tiempo que parecía muy interesado en establecer desde el principio una relación o por lo menos en poner nombre a lo que estábamos viviendo, me comentaba que hacia unos meses que había roto con su pareja y que estaba en un momento muy inestable. Yo no sabía que pensar, era difícil hacerlo cuando ese chico que siempre te ha gustado, con el que llevas una semana de besos apasionados, con él que te has acostado, te coge de la mano y te pregunta "¿Hacia dónde vamos?". 

Y me volví a confundir. Malinterpreté sus dudas. De repente, y sin que hubiera pasado nada, todo cambió y sus mensajes iniciales, sus propuestas de quedada, se tornaron silencio. Pensé que su estado emocional y su timidez le impedían dar mas pasos, y tomé la iniciativa, dejándole su espacio, sin ser en ningún momento excesivamente pertinaz pero sí mostrándole mi interés (otro de mis errores habituales). Por eso cuando me pidió tiempo, se lo di, un tiempo que sólo hizo alargar mi angustia y el irremediable final. Mi paciencia se agotó. Era absurdo o quería que iniciáramos algo o no, pero ese tiempo en el que él se estaba pensando si estar o no estar conmigo (o yo que sé qué), no era justo para mí. Me impedía mirar al amplio horizonte.


Finalmente, tras una larga y cariñosa conversación di por zanjada esta historia sentimental no así nuestra amistad.

Como no hubo una relación ni una ruptura ni siquiera un sufrimiento, con el devenir del tiempo, y tras encontrarme a su hermano, le mandé un mensaje amistoso que abrió una cordial charla que se cerró con una cita para tomar un café y ponernos al día. Tengo muchos lazos de unión con él, amigos comunes, familiares suyos con los que me relaciono en mi entorno laboral y, sobre todo, un sentimiento de cariño, que aún hoy perdura. 

Horas antes del encuentro, esta vez sin nervios algún, recibo un mensaje suyo cancelando la cita. El problema surgió cuando me explicó que no podía quedar porque yo que le incomodaba. Había pasado más de un año desde el último beso y él no podía estar sin más conmigo después de habernos acostado. Aunque molesta, podía intentar empatizar con su postura, que no comprender pero era necesario clarificar si éramos o no amigos. La vaguedad de su respuesta unido a lo absurdo de la situación me llevo a ser drástica y decirle que si bien no estaba enfadada quería que supiese que iba a borrar su número de teléfono puesto que me parecía un sinsentido tener el teléfono de alguien con quién no me podía tomar un simple café, dado que mi presencia le incomodaba. Así de simple. No se lo tomó nada bien pero soy poco amiga de las ambigüedades y guardar el contacto de un chico que sabes que no puedes mantener el contacto es incongruente.

Ahora con la perspectiva del tiempo y el estudio antropológico, nada científico, que voy haciendo del género masculino, creo haber entendido lo que le pasó a ese amor platónico adolescente. Mi carácter apasionado le desbordó. Se sentía atraído por mí, tenía un sentimiento, nada romántico pero sí afectivo, hacia mí, lo que era insuficiente para que una noche de pasión se tornara en una historia de amor. Sin embargo, su manera de ser, no le hacia ver natural mantener relaciones sexuales de una noche y luego ser amigo de esa persona. Todo ello aderezado por la habitual (lo siento, chicos, esto es una constante en las relaciones propias y ajenas que estoy observando) cobardía masculina y por una psiquis complicada, que embrolló y alargó innecesariamente esta historia. 

Por eso cuando me dicen que las mujeres somos muy complicadas y que los hombres son simples, me rebeló. Son estereotipos que para nada se ajustan a la realidad. De todo hay , y esta no es la única historia en la que el raro, el retorcido (que nada tiene que ver con el malo), y el que lo complica todo es el hombre. Dejo abierto los "micrófonos" para que todos, chicos y chicas, expongáis ejemplos, ya veréis como no es una condición de género el complicar o no la vida.


Pese a todo, pese a los acontecimientos y a que finalmente aquel amor no cuajara, ese primer beso en la calle Labradores (y los muchos que le siguieron), han sido de unos de los momentos más maravillosos, más tiernos y más cargados de sentimiento que he vivido. Por eso, siempre guardaré en mi corazón y en mi memoria a aquel amor adolescente que convirtió en pasión por una noche ya en la madurez.

Besos
Off the record

Fotos de Pinterest


11 comentarios:

  1. Que bonita historia, un 10 por tu forma de ser, no cambies. Estoy enganchadísima a tus historias. Que emocionantes son los lunes cargados de cachitos de diferentes vidas, cual de todas más autenticas y diferentes.
    Besos
    Lara

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    1. Muchas gracias, Lara. Lo hago con todo el cariño y aunque a veces no siempre me siento inspirada, esta es una de esas historias que me ha gustado mucho compartir con vosotr@s. Un besazo

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  2. Te juro que me parece estar leyendo un libro cada vez que entro a tu blog y me tienen enganchadísima tus historias que aún encima son reales. Doy fe de que los hombres son terriblemente complicados en algunos aspectos a pesar de que la fama muchas veces justificada y otras no, nos la llevemos las mujeres. Un besazo

    http://mapetitebyana.blogspot.com.es/

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    1. JAJAJA, te prometo que no es un libro, ni siquiera un proyecto de… aunque a lo mejor algún día reúno material para ello… Me alegro que te guste, Ma petite by Ana. Besos

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  3. La historia no puede ser mas genial!!besos

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    1. Ahora que ya ha pasado tiempo, estoy contigo, no quiero otro final pero en aquel momento me hubiera gustado que saliera bien, más bien por el morbo de salir con mi amor de la adolescencia (uno de algunos) que por que me sintiera enamorada de él. Dezazu, te espero el lunes, un besazo

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  4. Precioso el texto, me han venido lágrimas a los ojos
    besos


    http://helderschicplace.blogspot.com/

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    1. ¿Te ha conmovido? Muchas gracias Heider, a una escrito le gusta llegar a sus lectores… Besos

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  5. Me ha gustado mucho el relato, sobre todo cuando has dicho que este hombre no podía "ver natural mantener relaciones sexuales de una noche y luego ser amigo de esa persona": Creo que hay gente que, en cuestiones emocionales, si sus relaciones no se ajustan a unos modelos que le son familiares, no es capaz de disfrutarlas.

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    1. Seguro que era eso pero lo que no entiendo es porque se metió en mi cama y después quiso que fuéramos amigos si este tipo de situaciones le son tan incómodas. Ciertamente tenía un problema, al menos conmigo, que nunca le pedí nada.
      Besos

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  6. Una historia genial!! Transmites mucho con estas estupendas historias que compartes con nosotros, es un placer pasarse por aquí :)

    Besazo guapa!

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