jueves, 11 de septiembre de 2014

Sexismo y neopreno

Definitivamente, somos diferentes. Sentimos, pensamos y nos relacionamos, sexual y emocionalmente, de muy distinta manera. Conforme voy sumando años y aventurándome en el conocimiento de la psiquis masculina mas veo esas diferencias. Y ellos también. De hecho un amigo, y lector ocasional de este blog, me ha hecho llegar un escrito precisamente hablando de esas diferencias, en cosas tan sutiles como untar de crema la espalda de un amigo o subir una cremallera, acciones que en el caso de las mujeres no nos suponen ningún problema ni duda en nuestra sexualidad, ¿verdad?



Bajaba el otro día en el ascensor cuando, al hacer una parada intermedia, accedió una familia.

Eran unos padres normales, tirando a avispados y sutiles, de mi misma edad (cuarenta y tantos, bajos) con dos niños. La niña, vergonzosa y callada, con esas miradas de los 4 añitos que reflejan ciento temor a los mayores. El niño, divertido y vivaracho, seguro de sus 6 años y más en presencia de su padre, un hombre de aspecto desenfadado.

En el aburrimiento del trayecto, el pequeño cayó en la cuenta del color de los bermudas de su padre. “Papá llevas unos pantalones rosas”

Entre las risas de los viajeros verticales se desarrolló la consiguiente conversación apta para niños en torno al color azul y rosa, conversación que, como no podía ser de otra manera, finalizó al llegar a la planta baja.

Me llamó la atención que el niño, aun hoy en día, tenga esas convicciones y esté estereotipado por los colores. Acabará descubriendo que el rosa le sentará muy bien por su fisionomía, delgadito y muy morenito.

Eso medio que pensar y más tras mis vacaciones, el mes pasado, que trascurrieron navegando con mi amigo Víctor, dos semanas por las Islas Baleares. Concretamente, navegamos por Menorca previa singladura hasta allí desde Denia.

Los dos sólos, Víctor y yo. Dos jóvenes maduros, solteros y heteros, que albergábamos la ilusión de ligarnos alguna sirena, en igual situación que nosotros. Pero no, no hubo mucha suerte.



No os podeis imaginar lo blancos que nos encontrábamos al principio del verano y bajo el solazo mediterráneo de principios de julio, debíamos usar la crema protectora factor 50 a diario, un par de veces el menos, para evitar pasar del blanco nuclear al color quisquilla.

“¿Tienes la crema?” “sí, está en la mesa de la bañera” y allá que íbamos los dos a protegernos. Empezando por los brazos, pecho, cara, piernas, hombros y… caray, ahora toca la espalda…

Con resignación Victor me untaba la mía y yo la suya. Quince días, quince untadas de espalda, quince comentarios de “eh, está claro que no somos gays! Pero sí que protegemos nuestra piel”.

Y es que a los hombres no nos gusta tocar a otros hombres y menos en labores que son típicamente femeninas como dar crema. Las chicas disfrutan haciéndolo e, incluso, a los hombres nos gusta que las chicas lo hagan con nosotros o nosotros con ellas. Pero entre nosotros, no mola.

Pasa exactamente lo mismo con las cremalleras en la espalda. Las mujeres no tienen ningún problema en pedir que os la suba otra persona. Si es otra mujer quien ayuda a arrastrar la cremallera puede haber gratitud o incluso competencia y desafío, pero se hace gratamente. 

Los hombres no usamos cremalleras en la espalda porque no somos capaces de pedir a nadie que nos la suba. En la entrepierna están bien porque la miramos sacando la cintura hacia fuera, poniéndonos de puntillas y flexionando las rodillas mientras arqueamos la espalda. Controlamos la maniobra y de paso nos llevamos una caricia en nuestras partes. Pero si estuviera en la espalda, ¡imposible!. Ya nos liamos bastante con las cremalleras sobaqueras de las sudaderas preparadas para ventilarse.

Esta es la razón por la que ha tardado tanto tiempo en desarrollarse la comercialización y uso del neopreno. Hasta que a alguien no se le ocurrió ponerle una cinta larga y resistente atada a la gruesa cremallera, los hombres no usabámos neopreno por lo embarazoso de cerrarla.


Y eso que el neopreno es fantástico. Bueno, la cinta de la cremallera. ¡Que inventazo! Te permite disfrutar de una capa térmica y no solo bañarte fuera de la temporada sino además lucir tipito. Sientan estupendamente.

Lo mejor de todo, subirte la cremallera tú solo. Es fenomenal pasarte la cinta por encima de un hombro y con el brazo contrario dar un estirón fuerte que cierre del tirón toda la espalda. 

El gesto es fantástico y familiar, lo hemos visto sin ser conscientes en multitud de películas y te permite contonearte, curvar la espalda y agitar la cabeza de una forma muy viril que te aleja de cualquier duda acerca de tu masculinidad. Y al acabar la operación estás enfundado en un traje de superhéroe que te permite disfrutar del agua en condiciones no aptas. ¡Es genial! 

Y lo mejor es que no necesitamos a nadie que nos la suba ni que nos roce la espalda. Otra cosa es la ridiculez para quitártelo, pero de eso ya hablaremos. 



Si es que son muy pero que muy diferentes. Y si hablamos la manera de afrontar el sexo… pero como muy bien dice nuestro amigo… de eso ya hablaremos la semana que viene.

Ya sabeis que estamos abiertos a recibir vuestras historias y vuestros escritos en Offtherecord.hermanas@gmail.com

Querido amigo del Neopreno, muchas gracias por tu aportación escrita con tal gracejo.

Al pensar en el neopreno no he podido evitar acordarme de una película protagonizada por el ya fallecido Patrick Swayze, y un impresionante Keanu Reeves. Para mí, no hay película en la que salga más guapo, que razón tiene nuestro colaborador, cómo le queda el neopreno... "Le llaman Bhodi”, dirigida en 1991 por por Kathryn Bigelow.. Disfrutad de este trailer…


Ah y recordad que ahora puedes acompañar a Cosasdhermanas blog con quién tú quieras a la cena de presentación de la nueva carta de La Taverna dell´artista el próximo día 18 en Alicante.

Pincha AQUÍ y participa!!! Mucha suerte!!!



Os veo la semana que viene

Un beso
Fotos de Pinterest

8 comentarios:

  1. Y tan diferentes!!!!! No se me hubiera ocurrido pensar que una cremallera en la espalda diera esos problemas a un hombre. Es más, en una oportunidad tuve un compañero de trabajo que estaba escayolado y jamás se le ocurrió pedirnos a las chicas que lo ayudáramos en el baño. Eso sí, cuando ponía carita de querer, los demás compañeros simulaban estar hablando por teléfono. Simpático el nuevo colaborador. Estoy deseando que llegue la segunda parte. Si la desarrolla con el mismo gracejo, seguro que haremos algunas risas.

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    1. A mi me gustaría que profundizase un poco más, estoy segura que es capaz aunque lo que escriba no sea políticamente correcto para el parecer femenino. Os mantengo informadas

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  2. Yo cada vez también veo más claras las diferencias.
    Me ha hecho mucha gracia la primera imagen y lo de las cremalleras nunca lo había pensado.

    me-andmybag

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    1. Si es que tienen mucho que aportar pero tan pocas ganas de comunicarlo... a ver si se anima a un segundo capitulo. Un besazo

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  3. Pues tampoco está tan claro que a las chicas nos guste poner crema a otras mujeres... No me supone un problema pero, de ahí a decir que me gusta...Sin embargo, los futbolistas muchas veces se tocan el culo cuando meten gol. ¿Parecen menos masculinos por ello? Diría que no...



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    1. JAJAJAJA y otras cosas he visto tocarse en el terreno de juego. Bromas a parte, no es cuestion de que nos guste o no pero no nos planteamos nuestra sexualidad por untar crema en la espalda de una amiga... ni si lo hacemos en la de un chico queremos algo más...

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  4. Super bonito tu blog, yo acabo de abrir uno tambien y me gustaria tener más audiencia, pasate si quieres y si ves que te gusta unete :)

    www.loszapatosderamon.blogspot.com

    Un besito!!

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    1. Suerte en tu blog... el contenido de calidad es el que te da audiencia, Ramón... no lo olvides...
      Besos

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