Pon un cabroncete en tu vida

El pasado viernes fue San Valentín, día de los enamorados, esa fiesta, más pagana que religiosa, en honor a aquel sacerdote que desobedeció al poder establecido y que hoy todos los enamorados les rinde tributo.

Es una conmemoración al mismo tiempo popular, para aquellos que tienen con quien celebrarla, y vilipendiada, para los otros que ese día se les recuerda que están solos.

Tras leer el post Love de L’meme, (enhorabuena, compi), me he planteado si mi frase de la semana pasada seguía vigente. Esa en la que afirmaba que tenia la intención de entretenerme con los hombres mientras el amor llega. He llegado a la conclusión de que sí, de que ahora más que nunca quiero disfrutar del momento, aprovechar cada historia que surja en mi camino,  deleitándome en los placeres del sexo pero sin engañarme ya que tengo la firme convicción de que estar enamorado, y ser correspondido, es el mejor de los estados posibles. Creo que de eso no hay duda pero también hay que pensar que, sin estarlo, se puede ser feliz y disfrutar de la vida.

Y en esas estoy, disfrutando de un tórrida aventura con un cabroncete, bastante más joven que yo, con el que mantengo, además de sexo ocasional, una relación epistolar de alto contenido erótico.

Lo conocí a través de una de esas herramientas que tan de moda están hoy en día entre el público soltero. Desde el principio, la conversación fluyó y la química entre los dos fue tan evidente que cada nueva charla nos dejaba con ganas de más e íbamos aumentando la profundidad de los temas que tratábamos y el tono del diálogo que manteníamos. De hecho tardamos en concretar una cita por miedo a que la magia que había surgido a través del teclado se evaporase nada más vernos. Por ello, continuamos varias semanas conversando cada noche e, incluso, en mitad del día, hasta que pudo más el deseo de vernos cara a cara que el temor de que el hechizo se rompiese. Pero no os equivoquéis, no estamos en una película Disney, no hablo de amor, hablo de sexo. Un sexo que traspasa las sábanas de la cama y que, sin ser romántico, me aporta mucho más de lo que podáis imaginar.

Así como yo soy totalmente sincera en los perfiles que tengo abiertos, ni la foto, ni la edad ni tan siquiera el nombre se correspondía con esa persona que durante semanas había ocupado mi pensamiento. Ya lo sabía cuando tomé la decisión de citarme con él. Pese a ello, había una fuerza que me llevaba a quedar, sus palabras me habían atrapado y si bien sabía que era un embaucador, no podía dejar de arriesgarme y conocerlo. Bendita valentía la mía. No me arrepiento, de momento, de haberle conocido.

Lo que ha empezado como un juego, se mantiene como una diversión y de alguna manera como una ilusión, no al uso, no de futuro si no de presente. Me hace ilusión recibir sus buenos días cargados de deseo.

Me ensueño con cada nueva cita, que disfrazada de quedada informal, de dos amigos que simplemente se toman una cerveza y conversan de su vida, de lo que les alegra o les aflige, acaba deparándome momentos de éxtasis y placer.

Sé que es una historia pasajera, que no voy a celebrar con él ningún San Valentín, pero sí que pretendo seguir disfrutando, hasta que todo se evapore, de sus mensajes llenos de frases sensuales que deslizan mi imaginación a momentos muy íntimos

Ya lo he bautizado como mi cabroncete mulato, adulador. encantador y gran f….. creo que no os había dicho que era mulato… ¿entendéis parte de mi fascinación?

Me gusta cerrar mi post con una película que tenga algo de relación con lo que os cuento. A veces no la encuentro, por más que estrujo mi cerebro, pero en esta ocasión me ha venido a la mente una película de Mike Nichols que en 2004 reunió a Julia Roberts, Jude Law, Natalie Portman y Clive Owen. Se trata de Closer y espero, sinceramente, que mi historia, mi realidad poco se parezca a esta estupendo largometraje ganador de dos globos de oro (Portman y Owen)

Chic@s os espero con nuevas historias, la semana aquí en Off the record. Y ya sabéis que podéis contados las vuestras en offtherecord.hermanas@gmail.com

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