Estamos en un blog de moda y tendencias y no sé si
sabíais que también en los artículos eróticos existe modas y tendencias.
Vaya por delante que no soy para nada experta ni en
la compra ni en el consumo de este tipo de productos pero cómo buena periodista
que pretendo ser, me he documentando, tomando buena nota de todo aquello que he
considerado más interesante y prometiéndome a mi misma pasar por alguno de los
muchos puntos de ventas (que están proliferando casi tanto como los vapeos) con
el firme propósito de adquirir y probar alguno de esos juguetillos que parecen
ser algo más que estimulantes.
La primera vez que vi un consolador en directo fue
ya hace más de 15 años, cuando me iniciaba en las lides de la profesión y una
compañera nos invitó a cenar en su casa. No se bien si por la cantidad de
alcohol ingerida o por su necesidad habitual, y divertida, de escandalizarnos,
el caso es que no habíamos pasado al postre cuando nos sacó su colección de
consoladores y vibradores. No son lo mismo, aunque yo en mi ignorancia de
veinteañera creyese que sí, la diferencia estriba en que el vibrador cuenta con
un motor y no sólo depende de la acción manual, como los consoladores.
Los expertos afirman que cada uno tiene su ocasión,
y si nos atenemos a la amplia variedad de consoladores y vibradores que existen
en el mercado, pasaríamos muchísimo tiempo en el éxtasis de la
autocomplacencia. Así nos lo expuso, aquella calurosa noche, mi compañera, y
amiga.
En total no enseñó cuatro, y todos ellos en uso. En
función de sus apetencias y de la situación, usaba uno o usaba otros. Tenía uno
de bolsillo manual, un consolador, que solía llevar en el bolso por si, por
ejemplo, algún día en el trabajo su jefe le ponía nerviosa y necesitaba
desahogarse, algo que a todas, en un momento dado, se nos ha pasado por la
cabeza en esa situación en el que te estás llevando una bronca monumental. (Por
si soy muy sutil en mi ironía, os confieso que nunca he pensado en ir a
masturbarme ni durante ni tras una movida en el trabajo).
Además, contaba con otro manual, con gran semejanza
al miembro viril (y textura) que nos dejó manosearlo para que comprobáramos lo
agradable que era al tacto. Supongo que después de tanto sobeteo, porque fue
una cena multitudinaria, lo higienizara antes de usarlo.
En todo momento nos lo presentó como objetos que
incrementaban el placer con la pareja y, a excepción del de bolsillo, solían
formar parte de la actividad sexual con su marido, presente en la cena, que
asentía muy seriamente al monólogo de su amantísima esposa.
Pues en ese placer conjunto, tenía un protagonismo
especial un vibrador, también de pequeñas dimensiones, con mando a distancia,
su tercera joya “erótica festiva”. “Chicas, poneros en situación. La habitual
cena coñazo en casa de tus suegros, con unos cuñados inaguantables pero de la
que no puedes escaquearte” (otra, como la del jefe, es que siempre he sido más
mojigata de lo que me creo). “Pues mi chico y yo vamos preparados a pasar un
buen rato. Yo ya con el vibrador colocado, y él con el mando en el bolsillo de
la chaqueta. Desconozco cuando lo va a activar y lo suele hacer en el momento
mas inesperado causando en mí auténticos puntazos de placer que tengo que
disimular para no ser el espectáculo de la cena”.
Sinceramente, estaba con la boca abierta al escuchar
ese tipo de experiencia porque entiendo los juegos y la utilización de
cualquier objeto para la satisfacción sexual de una persona individual o una
pareja pero el morbo que provoca esa casi exhibición pública teniendo que
aguantarse el grito de satisfacción, eso lo entiendo menos.
Y por último, el vibrador del momento, conocido
internacionalmente como Rabbit, y en casa de mi amiga como el conejito,
con esos sendos movimientos para dar placer tanto en la zona vaginal como
clitoriana. Ese pene, siempre erecto, siempre en movimiento (con la velocidad e
intensidad que uno quiera), acompañado de esas dos pequeñas falanges (a modo de
orejitas Bugs Bunny, de ahí el apelativo) que interaccionan fantásticamente, a
su ritmo, a su intensidad, para acompañarte al orgasmo. Estoy segura que no me
lo describió así, pero, después de aquella cena, he vuelto a oír, en muchas
ocasiones, hablar de él y de las siguientes generaciones denominadas Mariposas
que han sido top de ventas y que continúan en el stock y en las estanterías de
las tiendas especializadas en artículos eróticos.
Cuando me fui a documentar para este post me di
cuenta de que me había quedado totalmente obsoleta y que aquellos “juguetitos
eróticos” se habían quedado totalmente anticuados dando paso a una nueva
generación de artículos de todo tipo mucho mas sofisticados, elegantes y tecnológicos.
Ni tan siquieran parecen lo que realmente son.
Me
ha llamado la atención, a lo mejor mis lectores son más avanzados que yo en
esto pero os aseguro que no conocia la existencia de los We Vibe que ya van por
la cuarta generación (como si fuera Iphone) y en cada una de ellas han ganado
en prestaciones que favorecen el placer sexual. Se trata de un vibrador está
fabricado en silicona hipoalergénica diseñado para que las parejas alcancen
cotas mucho más elevadas de placer en su vida íntimas. Ha sido rediseñado hasta
el último milímetro, de ahí sus cuatro generaciones, con el objetivo
de adaptarse mejor tanto a la anatomía masculina como
femenina. Es como una especie de V con un estimulador clitoriano y un
masajeador que se centra en el punto G de las féminas dejando espacio al
hombre, para que se pueda acoplar también dentro y sienta los estímulos de las
vibraciones. Ha sido tal el revuelo que ha ido causando con cada nuevo modelo
que se ha presentado que existen hasta videos en youtube, tanto caseros como
profesionales, explicando las grandes ventajas que tiene.
Los
sex shops del siglo XXI nada tienen que ver con los lúgubres y casi macabros
espacios dónde sólo los más osados (o viciosos, según quién opine) se atrevían
entrar. Solían estar en estrechas calles, no muy a la vista, con cristales
tintados para que desde el exterior no se pudiera ver lo que dentro se exhibía.
Un exhibición erótica, con explicación incluida a
la que tuve acceso de la mano de un amigo que durante una época trabajó en uno
de esos. No teníamos nada que hacer, y después de una copiosa comida de
domingo, y con bastante alegría en el cuerpo, decidimos hacerle una visita y
así, culturizarnos un poco. Menos mal que la tienda estaba vacia porque la
curiosidad, las ganas de juerga y el cachondeo superaban con creces a la
perplejidad con la que atendíamos las explicaciones de nuestro paciente amigo.
Lo que más nos sorprendió fue todo lo relacionado con el mundo gay, esos macro
consoladores y vibradores con extrañas formas que no siempre simulaban al
órgano masculino, la amplia colección de porno con todo tipo, forma, personajes
y situaciones sexuales, sin olvidar los cuartos oscuros y cabinas dónde las
parejas, casi siempre homosexuales, se refugiaban para tener su instante de
intimidad ante tanto estímulo sexual. Eso sin olvidar esa exposición de
consoladores de textura casi natural a los auténticos miembros viriles, de
todas las tallas, de todos los colores... Todavía se me escapa una carcajada al
recordar a mi buena amiga Sole, cantar “Only you” moviendo los labios de
silicona que acompañaban a esos consoladores….
El resto de información recopilada me la voy a
reservar para posteriores semanas y, quién sabe, a lo mejor hasta me atrevo a
hacerme con uno de estos “artilugios” para intentar describiros la experiencia,
como me gusta a mi contar las cosas, sutilmente y sin caer en la grosería.
Finalizó mi post con la recomendación de una
película del 1993 de Manuel Gómez Pereira, que me ha venido a la mente. ¿Por
qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, con Verónica Forqué y Jorge
Sanz, una comedia de enredos divertida, sin más pretensiones pero que precisamente se centra en la relación de una mujer que profesionalmente se dedica a los espectáculos eróticos y su relación con su joven compañero de profesión.
Amig@s nos vemos la semana que viene, espero que os
haya gustado.
Me despido hasta el próximo lunes anunciando la ganadora del SORTEO del collar de Dekuero Creaciones: ALFONSA MILLÁN. Enhorabuena!!!
Me despido hasta el próximo lunes anunciando la ganadora del SORTEO del collar de Dekuero Creaciones: ALFONSA MILLÁN. Enhorabuena!!!
Fotos de Pinterest
by Off the record
Muy buen post! Madre mía que inventos. Yo la verdad es que no soy muy pro juguetitos pero la verdad es que alguno tendremos que probar a ver qué tal. Y digo yo que si el vibrador va ya por la 4ª generación debe ser la leche!!! Tomo nota de todo amiga.
ResponderEliminarMIllones de besitos. Gracias por cada lunes...
Muy instructivo tu post de esta semana, ale chicas/os a comprar juguetitos a ver que tal.
ResponderEliminarNunca se deja de aprender! y más en este campo que está en continúa expansión... al fin y al cabo es tecnología.
ResponderEliminarBesazos
Fashion Avenue by Adriana
http://fashionavenueabc.blogspot.de/
Un post genial, que cosas tan interesantes jeje, la verdad que es un mundo...
ResponderEliminarBesitos ;)
conestiloalcubo Blog
La verdad es que me ha dejado intrigada el aparatejo ese de última generación... Una se siente ya muy satisfecha a ese nivel pero, ¿quién sabe qué cotas de placer se pueden llegar a alcanzar? Gracias por ampliar nuestros horizontes eróticos...¡Muak!
ResponderEliminarSe te ha quedado en el tintero un artilugio de los más antiguos en estas lides, las bolas chinas, llamadas así porque en aquél país, y desde siempre, eran las madres las que se las ponían a las niñas para que aprendieran a manejar a la perfección los músculos vaginales y tener un buen entrenamiento para dar placer a sus futuros maridos. Yo las descubrí cuando de niña ya no tenía nada; Todo lo contrario: Entré en la menopausia, y junto a los calores y los cambios de humor, vinieron las pérdidas de orina. Una amiga médico me las recomendó como un buen remedio para paliar, y... ¡Bendita la hora! No sólo porque resolvió el tema de mis pérdidas de orina, sino porque me hicieron pasar los mejores momentos de mi vida, tanto es así que ya no las utilizaba solo cuando estaba en casa, sino que empecé a llevármelas puestas al trabajo, y como tú apuntabas... Nunca más volví a tener una bronca laboral
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